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Gases Refrigerantes y la Capa de Ozono: Cerrando la Brecha

A mediados de los años ochenta la comunidad científica descubrió una tendencia preocupante de carácter global: la capa de ozono, un delgado manto gaseoso que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta generada por el sol, estaba desapareciendo. El célebre "agujero" se encontraba en la atmósfera y auguraba grandes inconvenientes a la existencia humana en el planeta. Había que hacer algo por cerrarlo.

La solución fue el Protocolo de Montreal y la prohibición de clorofluorocarbonos (CFCs) en 1987. Aquellos gases, derivados de los hidrocarburos, se habían convertido en un ingrediente ubicuo de los aerosoles, los refrigerantes y los productos de aerosoles. Su rol en la erosión de la capa de ozono, concluyó la comunidad científica, estaba fuera de toda duda. Tocaba prohibirlos.

¿Resultado? Hoy sabemos que el diagnóstico fue certero y que la receta resultó correcta. El agujero de la capa de ozono alcanzó su pico máximo (unos 25 millones de kilómetros cuadrados abiertos sobre la Antártida) a principios del siglo XXI,pero desde entonces se ha ido empequeñeciendo. Lo verifican numerosas investigaciones, y lo ilustra la NASA en este vídeo que repasa treinta años de su evolución.

Son buenas noticias, pese a que aún quede trabajo por delante. El Protocolo de Montreal, la comunidad académica y las organizaciones medioambientales lograron colocar la cuestión en el centro del debate mediático. Durante años (los más viejos lo recordarán), la capa de ozono era un lugar común del ecologismo, una suerte de símbolo del impacto de la actividad humana en la Tierra.

Treinta años después, la capa de ozono se está recuperando

Hoy es un asunto de segundo plano, en parte por su parcial solución, en parte por otras cuestiones más acuciantes. El vertiginoso aumento de las temperaturas, los riesgos asociados al deshielo de los polos, las emisiones de CO2, el tema sanitario Mundial los efectos en la salud humana de la actividad industrial y automovilística acaparan el debate. Se requieren medidas drásticas, pero muchas de ellas sólo son hipótesis.

Hay una lección en este proceso. El agujero de la capa de ozono, un problema medioambiental global de primer orden, fue identificado por la investigación científica del mismo modo que muchas otras preocupantes tendencias de presente. Algunos grupos políticos hicieron bandera de esto y lograron concienciar a parte de la población. A largo plazo, el consenso global permitió solucionarlo.

¿Podría suceder lo mismo con otros retos planteados por el cambio climático? Quizá sí, quizá no. Los gobiernos requieren de mayor conocimiento y expertiz, porque la magnitud del problema es muy superior

No obstante, el enterramiento mediático de la capa de ozono es una historia de éxito en la lucha contra el cambio climático, una que quizá merezca la pena tener presente más a menudo.

Eso sí, el proceso no ha estado exento de problemas. El agujero se ha reducido, pero también ha cambiado de modos que los científicos aún no logran comprender. La capa ahora ha adelgazado. Como explicaban nuestros compañeros de Xataka el año pasado:

Nadie se esperaba que la capa estuviera adelgazando y, por supuesto, no tenemos ninguna explicación sobre ello. "Es preocupante. Aunque el protocolo de Montreal ha funcionado en la estratosfera superior, están sucediendo otras cosas que no entendemos”, explicaba Joanna Haigh en el Imperial College London (...)

La estratosfera superior estaba alcanzando cotas similares a las que tenía antes de que los clorofluorocarbonos (CFCs) la destrozaran, en la estratosfera inferior los niveles están cayendo. 

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